martes, 19 de mayo de 2009

En ocasión de mayo, un poquito de lluvia


Como muchos saben, los aztecas tenían un dios para la lluvia, de nombre Tláloc, o sea, “el que barre los caminos”. Esto quería decir que si había lluvia, Tláloc estaba de buenas y limpiaba la ciudad. Si había sequía, estaba disgustado, y sus adeptos debían barrer el templo y la casa y la plaza, bailar con maraca y hacer sacrificios. Si por resultado de la lluvia, moría alguien, la mayor parte del tiempo era en nombre de un beneficio común mayor, y por consiguiente, un honor.

Con nuestro dios cristiano, sin embargo, nunca se sabe. Nos manda lluvia y nos manda sol, y las dos cosas son buenas. Permite que la gente viva y muera, y las dos cosas son buenas. Permite que nos metamos a conventos y nos arrastremos por las cunetas, y las dos cosas son buenas. Tláloc es muy verbal, muy expresivo: con entusiasmo envía huracanes porque nada lo hace más feliz que barrer los caminos y limpiar las tierras para los viajantes. A este temperamental dios nuestro, por el contrario, siempre hay que buscar excusas para su silencio o su aparente ausencia, como al miembro adicto de una relación codependiente. Podemos agradecerle con las mejores acciones, con las más expresivas palabras, los más hermosos cantos, pero nunca tendremos forma de saber si nos escucha o si le placemos. Pienso que gastamos energía de más en complacer a un dios tan reservado, al cual probablemente ni siquiera le caemos bien… siendo principalmente éste el motivo por el que a menudo, como dice mi abuela, “veo la tempestad y no me hinco”.

lunes, 9 de marzo de 2009

La chica que creía en los cuentos de hadas (cuento en verso para pasar el rato)



-Él es bien inteligente...
-Sí, es súper capaz. Dime, ¿qué va a hacer él con una nena que aún cree en cuentos de hadas?
(Escuchado al pasar)

Érase una vez un tipo
pensado por todos extremadamente capaz.
Érase una vez una chica que creía en los cuentos de hadas.
El tipo capaz se lió con una chica que se pensaba extremadamente independiente.
La de los cuentos de hadas se lió con un chico que leía sin parar en el tren.
El chico que leía sin parar en el tren perdió su celular
por tener la nariz metida en Austen,
y la chica extremadamente independiente lo encontró.
Llamó al número que decía "Mi nena".
Respondió la de los cuentos de hadas,
que por casualidad estaba cerca de la estación.
Se vieron, se sonrieron. El celular pasó de manos.
El chico que leía sin parar recibió su celular, y marcó para agradecerle.
Le gustó su voz. La invitó a su Facebook.
Un buen día se encontraron en el tren
y pasaron todo el viaje charlando sobre Austen.
La chica independiente se compró "Sense and Sensibility".
Comenzó a leerlo en el tren, en el baño, antes de ir a dormir.
El tipo capaz comenzó a escuchar disertaciones sobre Austen a la hora del desayuno.
El chico que leía sin parar se dio cuenta
de que estaba pensando demasiado en la chica independiente.
Decidió sacarla de su Facebook.
Se consiguió un vehículo, y dejó de irse por tren.
La chica independiente dejó de verlo en el tren.
Lo llamó, pero no respondió.
Lo buscó en Facebook, pero no lo encontró.
El tipo capaz, mientras tanto, no se preocupó demasiado
por la pila de libros de Austen en el cesto de la basura.
La chica independiente buscó en Facebook
a la chica que creía en los cuentos de hadas
y se hizo su amiga,
bajo el nombre del tipo capaz.
Comenzaron a escribirse sobre "Pride and Prejudice".
La chica independiente descubrió que la chica que creía en los cuentos de hadas,
como era de esperar,
adoraba a Austen, sobretodo a Mr. Darcy.
Mientras tanto, el chico que leía sin parar, tuvo que parar;
tuvo que trabajar horas extra para pagar su vehículo.
La chica que creía en los cuentos de hadas se frustraba por su ausencia
y soñaba con Mr. Darcy, eh- perdón, el tipo capaz...
Una tarde le escribió que quería verlo y que estaba pensando dejar a su nene.
La chica independiente reenvió el mensaje al chico que leía sin parar
y borró el perfil falso de Facebook.
Sola y abandonada, la chica que creía en cuentos de hadas
buscó al tipo capaz en Facebook.
Encontró al verdadero
y le envió una diatriba de insultos y reproches
con temática de literatura decimonónica.
El tipo capaz contempló su foto y le pareció una lástima
que una chica tan linda estuviera tan alucinada,
sin siquiera sospechar
que vivía con una chica que podía hacerle las vacaciones a Norman Bates.

lunes, 2 de febrero de 2009

Facebook como la caverna de Platón



Cada vez me persuado más de que una mente adelantada concibió a Facebook como una adaptación contemporánea de la alegoría de la caverna, de Platón. Esto puede ser demostrado mediante un sencillo ejercicio de sustitución.

Sujeto: Un perfil cualquiera, desde su creación, debe obedecer ciertas normas sociales para funcionar en Facebook. Quiérese decir, ver todos los perfiles que se deseen está sujeto (la mayoría de las veces) a que te inviten e incluyan en una pequeña sociedad de amigos, donde las partes llegan a un acuerdo tácito de no joderse la vida mutuamente, que comprende, pero no agota, el no sabotearse las conquistas, no hablar mal del otro y el emitir comentarios corteses y no críticos, así como corresponder, cada vez que se pueda, los regalitos. En cambio, se tiene cierto "derecho" a ver todas las paredes (walls) que se deseen y a estar constantemente actualizado de cada acontecimiento en la vida del amigo.

Las sombras proyectadas en la pared: Los mensajes que un amigo deja en el wall, leídos con sumo interés por los otros 489 amigos.

La fogata del mundo real: El más allá, de donde provienen las fotos y toda la evidencia que apunta a una vida fuera de la pantalla.

El sujeto que se levanta, rompe las cadenas y trata de rompérselas a los demás: El perfil que se desactiva por cualquier razón, sea desinterés, paranoia, o falta de tiempo. Los otros amigos se dan cuenta de la ausencia. Lo buscan. No lo encuentran. La falta provoca que redescubran la fragilidad de sus acuerdos tácitos, sus comentarios, sus alianzas, sus propias existencias cibernéticas. Por cada búsqueda infructuosa del perfil desactivado en la base de datos, Facebook se encarga de enviar al sujeto mensajes ("Someone misses you") para persuadirlo de que regrese.