viernes, 20 de julio de 2007

Punkorama

En el fin de semana estuve leyendo sobre Sid Vicious, el bajista de los Sex Pistols. Para quien no lo sepa (no tienen por qué saberlo, anyway) los Sex Pistols fueron una de las bandas de rock más importantes del movimiento punk inglés de los setenta, y su filosofía se puede resumir, un poco injustamente, en rebelión total y absoluta contra lo establecido (entiéndase “los valores hipócritas pequeño burgueses”). No obstante, la música punk es mucho más que una actitud/pose, es un estilo de vida, y Sid Vicious es considerado el epítome, el cénit/nadir de la esencia punk. Su vida breve, deliberadamente saturada, estilizadamente desordenada, recuerda mucho a las de los poetas románticos, los modernistas… con la diferencia de que Sid, atrapado entre fotográficos deseos ajenos, era más imagen que arte canónico. De acuerdo a Wikipedia, sus destrezas como bajista y como compositor eran extremadamente limitadas. Su arte era su pelo negro peinado en puntas, sus cadenas y vinilos, su eterna actitud de can enjaulado, la cara de nene bueno que, por contraste, se preserva en decenas de fotos.

En los últimos diez meses de su vida se lo veía constantemente acompañado de su novia, la fantástica Nancy Spungen, natural de Filadelfia, de familia judía. Pelo teñido de rubio platinado, labios gruesos y desafiantes, falda corta de cuero, se la apodó “Nauseating Nancy”, tal vez para denigrarla, pero el tiro les salió por la culata. A alguien que se llame Sid Vicious no le convendría una “Romantic Nancy”.